Llega el verano y con él las personas relacionadas con el mundo del circo recibimos ocasionalmente varios correos informándonos sobre el enésimo programa de talentos de televisión y sugiriéndonos que participemos en sus castings, ya sea de forma individual o colectiva.
Preguntados sobre el caché que ofrecerían a los artistas por participar, descubrimos que ninguna de estas productoras pretende pagar a los participantes. Algunos refieren que para el ganador hay un sustancioso premio en metálico (no especificado) y otros simplemente alegan que “la visibilidad que se obtiene en estos concursos es una buena forma de negocio para el artista”.
En lo personal considero, y no soy el único, que este tipo de relación contractual no es la adecuada si queremos defender el mundo de la cultura. El trato que se realiza a los artistas en este tipo de eventos no parece todo lo respetuoso que debiera, no sólo por no pagar a la persona por realizar su trabajo, sino que además en la edición posterior del programa en absoluto prima la actuación artística. Los números suelen presentarse editados, en versión corta, sobre un fondo neutro muy iluminado, con numerosos planos intercalados de las reacciones del público y del jurado, por lo que la representación artística se diluye, siendo los espectadores incapaces de observar la actuación en su totalidad.
En estos programas hay mucha gente implicada que trabaja para llevarlos adelante, técnicos de sonido e imagen, maquilladores, realizadores, productores, etc. Todos cobran por su trabajo. Incluso el “jurado” cobra por ello, aunque habitualmente no esté especializado en ninguna rama cultural y deba emitir juicios sobre lo que acaba de presenciar. Si a nadie se le ocurriría pensar que todo ese trabajo deba hacerse gratis, ¿por qué al artista que se presenta al concurso y que es el supuesto protagonista del mismo no se le paga?
Hay que ser conscientes de que es un concurso y que, por definición, no implican la remuneración del participante. Si bien es cierto que toda persona que se presenta a este tipo de certámenes lleva detrás un intenso trabajo hasta lograr tener una actuación que mostrar, de hecho la mayoría son profesionales que intentan vivir de su trabajo, el mundo artístico. Desde luego con iniciativas como estos concursos no se logra este objetivo. Hay algo perverso en este sistema, igual que sucede en los concursos de bandas de música, los promotores se lucran de las fases intermedias del evento, ya sea mediante venta de entradas o por su programación en prime-time en la televisión; el artista es la mercancía a vender, pero la han conseguido gratis. Esto no sucede, por ejemplo, en los concursos literarios o de pintura rápida.
Reconozco que en ciertas ocasiones estos programas pueden ser un buen escaparate para el artista, y que ganar uno de estos concursos puede ser incluido en el curriculum vitae. Sin embargo esto no debe ser una excusa para evitar pagar por un trabajo que debe ser remunerado, como cualquier otro.
Un caso diferente sería el de un concurso o muestra de talentos en el que el fin no fuera lucrativo, como sucede en galas solidarias, encuentros de circo o festivales benéficos. Sabemos de primera mano que en estos eventos no lucrativos muchísima gente realiza un gran esfuerzo por un fin común, en muchos casos no remunerado (o no todo lo remunerado que debiera), pero habiendo tomado la decisión de colaborar altruistamente de forma personal.
Desde luego, en el plano individual, todo el mundo es libre de aceptar propuestas privadas como las de estos concursos de talentos, valorando antes pros y contras (como han hecho famosos artistas); pero no comparto la idea de que el mundo de la cultura se beneficie de moverse en estos formatos ni con estas relaciones contractuales. Si no estamos de acuerdo en que los becarios trabajen gratis "porque es una gran oportunidad de mejorar su curriculum" o que haya gente organizando supuestos "festivales de calle" en los que no se paga a los artistas, no podemos simpatizar con estos concursos televisados.
Preguntados sobre el caché que ofrecerían a los artistas por participar, descubrimos que ninguna de estas productoras pretende pagar a los participantes. Algunos refieren que para el ganador hay un sustancioso premio en metálico (no especificado) y otros simplemente alegan que “la visibilidad que se obtiene en estos concursos es una buena forma de negocio para el artista”.
En lo personal considero, y no soy el único, que este tipo de relación contractual no es la adecuada si queremos defender el mundo de la cultura. El trato que se realiza a los artistas en este tipo de eventos no parece todo lo respetuoso que debiera, no sólo por no pagar a la persona por realizar su trabajo, sino que además en la edición posterior del programa en absoluto prima la actuación artística. Los números suelen presentarse editados, en versión corta, sobre un fondo neutro muy iluminado, con numerosos planos intercalados de las reacciones del público y del jurado, por lo que la representación artística se diluye, siendo los espectadores incapaces de observar la actuación en su totalidad.
Ejemplo de buena actuación y pésima edición, imposible apreciar el número (de la cosificación del artista en el grimoso primer minuto ya ni hablamos)
En estos programas hay mucha gente implicada que trabaja para llevarlos adelante, técnicos de sonido e imagen, maquilladores, realizadores, productores, etc. Todos cobran por su trabajo. Incluso el “jurado” cobra por ello, aunque habitualmente no esté especializado en ninguna rama cultural y deba emitir juicios sobre lo que acaba de presenciar. Si a nadie se le ocurriría pensar que todo ese trabajo deba hacerse gratis, ¿por qué al artista que se presenta al concurso y que es el supuesto protagonista del mismo no se le paga?
Hay que ser conscientes de que es un concurso y que, por definición, no implican la remuneración del participante. Si bien es cierto que toda persona que se presenta a este tipo de certámenes lleva detrás un intenso trabajo hasta lograr tener una actuación que mostrar, de hecho la mayoría son profesionales que intentan vivir de su trabajo, el mundo artístico. Desde luego con iniciativas como estos concursos no se logra este objetivo. Hay algo perverso en este sistema, igual que sucede en los concursos de bandas de música, los promotores se lucran de las fases intermedias del evento, ya sea mediante venta de entradas o por su programación en prime-time en la televisión; el artista es la mercancía a vender, pero la han conseguido gratis. Esto no sucede, por ejemplo, en los concursos literarios o de pintura rápida.
Experto jurado de Got Talent España, capacitado para evaluar cualquier disciplina artística (o lo que digan sus pinganillos, ver punto 6 de esta entrevista) |
Reconozco que en ciertas ocasiones estos programas pueden ser un buen escaparate para el artista, y que ganar uno de estos concursos puede ser incluido en el curriculum vitae. Sin embargo esto no debe ser una excusa para evitar pagar por un trabajo que debe ser remunerado, como cualquier otro.
Un caso diferente sería el de un concurso o muestra de talentos en el que el fin no fuera lucrativo, como sucede en galas solidarias, encuentros de circo o festivales benéficos. Sabemos de primera mano que en estos eventos no lucrativos muchísima gente realiza un gran esfuerzo por un fin común, en muchos casos no remunerado (o no todo lo remunerado que debiera), pero habiendo tomado la decisión de colaborar altruistamente de forma personal.
Otro jurado experto |
Desde luego, en el plano individual, todo el mundo es libre de aceptar propuestas privadas como las de estos concursos de talentos, valorando antes pros y contras (como han hecho famosos artistas); pero no comparto la idea de que el mundo de la cultura se beneficie de moverse en estos formatos ni con estas relaciones contractuales. Si no estamos de acuerdo en que los becarios trabajen gratis "porque es una gran oportunidad de mejorar su curriculum" o que haya gente organizando supuestos "festivales de calle" en los que no se paga a los artistas, no podemos simpatizar con estos concursos televisados.
Me gusta mucho la exposición. Muy de acuerdo
ResponderEliminarFantástico artículo. Me ha hecho replantearme mi posición sobre estos programas. He conocido a varios malabaristas que han ido a este tipo de programas y han salido satisfechos (como el artículo de Fran de diábolo que enlazas); si bien es cierto que no eran todavía artistas profesionales y que para ellos la difusión recibida era más importante que la compensación económica. Gracias por tratar temas tan interesantes y compartir tus reflexiones.
ResponderEliminarDesde luego que gran reflexión. Todos los años una o dos veces siempre escriben ofreciendo algo varias veces del mismo programa y es que seguramente para buscar artistas tb utilizarán becarios y seguir rentabilizando el prime time a costa de no pagar al personal.
ResponderEliminarMuchas gracias, Charly. Creo que todos los que estamos en el mundillo asumimos como normal que nos intenten contactar desde estos programas, aunque ya ni trabajemos actuando.
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