Itinerante,
es
el
primer
adjetivo
que
rebota
en
nuestras
mentes
cuando
pensamos
en
arquitectura
circense
contemporánea.
Envolventes
dinámicas
de
carácter
temporal
que
brotan
de
forma
libre
y
espontanea.
Espacios
palpitantes
habitados
a
ratos
cuya
esencia
misma
versa
sobre
su
fugacidad
y
su
ulterior
auto
consumación;
una
vez
cumplida
su
mirifica
función
se
extinguen
sólo
por
momentos
para
posteriormente
volver
a
emerger.
Son
volúmenes
que
responden
entre
otras,
a
una
de
las
soluciones
arquitectónicas
más
primigenias:
reunir.
Se
trata
de
una
arquitectura
efímera,
que
pese
a
su
carácter
circunstancial,
ha
sido
siempre
una
arquitectura
relevante
y
recurrente.
Es
durante
el
Renacimiento
y
especialmente
el
Barroco
cuando
la
arquitectura
de
carácter
temporal
y
las
construcciones
con
materiales
maleables
alcanzan
su
periodo
de
madurez.
Estructuras
livianas
y
edificaciones
provisionales
se
erigen
inmersas
en
el
auge
de
las
artes
figurativas
y
otras
artes
efímeras
como
la
música,
la
danza
o
el
teatro.
Lo
rápido
e
improvisado
se
superpone
a
lo
dificultoso,
lo
lento
y
lo
costoso
de
tal
forma
que
el
trampantojo
y
los
grandes
montajes
de
escenografías
y
fastuosos
decorados
suplantan
a
lo
real
y
enmascaran
frágiles
obras
pasajeras
destinadas
a
desaparecer
tan
pronto
hubiesen
cumplido
su
función.
En
lo
efímero,
cada
época
ha
materializado
su
idea
de
celebración
empleando
las
técnicas
y
materiales
disponibles
del
momento.
Así,
en
la
segunda
mitad
del
siglo
XVIII
se
generalizaron
los
circos
de
madera
desmontables
y
a
principios
del
siglo
XIX
se
iniciaron
las
construcciones
con
lonas
sostenidas
por
mástiles.
Éstas,
en
un
principio
eran
una
simple
carpa
sostenida
con
un
mástil
central,
sin
embargo,
se
llegaron
a
hacer
de
hasta
tres
pistas
circulares,
multiplicándose
el
número
de
mástiles
a
la
vez
que
aparecía
el
faldón
perimetral
de
las
lonas.
Hoy
lo
efímero
sigue
proyectando
estas
funciones
lúdicas
y
experimentales
que
se
generan
a
partir
de
las
nuevas
dinámicas
de
la
sociedad
postindustrial.
Contemplan
el
cambio,
el
movimiento,
la
fugacidad
y
la
mutabilidad
y
abren
el dialogo
entre
el
espacio
público
y
la
participación
social.
Se
orientan
no
necesariamente
a
lo
duradero,
sino
más
bien
al
tránsito
en
el
tiempo,
el
funcionar,
el
no
molestar,
el
agradar,
el
simplemente
estar,
hasta
acabar.
El
circo
es
la
ingeniería
de
lo
móvil,
se
desplaza,
cambia
de
forma
y
renace
en
diferentes
fragmentos
del
tejido
urbano
el
cual
es
en
cambio,
un
esqueleto
fijo,
preciso
y
delimitado.
Por
definición
pudiesen
parecer
dos
conceptos
antagónicos,
sin
embargo
arquitectura
y
circo
se
intersecan
también
para
generar
espacios
permanentes
inscritos
dentro
de
la
estructura
urbana.
En España
se
construyeron
numerosos
Teatros
Circo
durante
las
dos
últimas
décadas
del
siglo
XIX,
convirtiéndose
el
Teatro
Circo
Price
de
1880
en
un
referente
tipológico
para
muchos
de
los
que
se
levantaron
en
el
país.
La
peculiar
historia
del
actual
Teatro Circo Price
cuya
vida,
paradójicamente,
se
dibuja
como
itinerante,
se
remonta
a
mediados
del
Siglo
XIX
cuando
Thomas
Price,
acróbata
y
domador
de
caballos,
adquiere
un
terreno
en
el
Paseo
de
Recoletos
(espacio
que
hoy
ocupa
el
Palacio
de
la
duquesa
de
Medina
de
las
Torres,
actual
sede
de
la
Fundación
Mapfre)
y
monta
una
sencilla
estructura
para
ofrecer
espectáculos
de
caballos
y
acrobacias.
El
apogeo
de
las
artes
circenses
en
esa
época
y
la
amplia
oferta
lúdica
y
cultural
de
la
ciudad
condujeron
al
irlandés
a
aventurarse
en
1868
con
la
edificación
del
primer
Circo
de
Price,
proyecto
del
arquitecto
Pedro
Vidal.
El
resultado,
inspirado
en
el
Circo de Invierno de París,
fue
un
edificio
de
estilo
clasicista (ver imagen 1),
de
planta
octogonal
construido
en
su
mayor
parte
de
madera.
Destacan
los
pilares
dóricos
(1)
adjuntos
a
cada
una
de
las
aristas
del
volumen
principal
de
tal
forma
que
se
crea
la
sensación
de
espacio
circular,
abarcando
el
máximo
de
superficie
con
el
mínimo
perímetro.
Vanos
mezaninos
cuadrangulares
(2)
se disponen
ordenadamente
alrededor
de
toda
la
fachada
del
volumen
que
envuelve
la
pista
circular
de
aproximadamente
13
metros
de
diámetro
y
que
a
su
vez,
sostiene
una
cubierta
piramidal
(3)
rematada
con
una
linterna
(4).
La
circulación
en
el
interior
del
edificio
se
solucionó
con
corredores
circulares
y
el
acceso
a
las
gradas
por
vomitorios
(5).
Al
volumen
principal
además,
se
añade
otro
en
la
parte
posterior
destinado
a albergar
los
camerinos
para
actores
y
las
cuadras.
Imagen 1. Primer Circo Price (1868). Click para ampliar |
El
éxito
de
este
circo
fue
tal
que
10
años
después
se
comienza
un
segundo
proyecto,
esta
vez
sobre
el
papel
del
arquitecto
Agustín Ortiz de Villajos.
La
piel
del
Price
se
traslada
a
la
Plaza
del
Rey
(actual
localización
del
Ministerio
de
Cultura)
y
en
1880
se
inaugura
con
un
increíble
cartel
de
artistas,
un
edificio
de
planta
octogonal
y
estructura
de
hierro
forjado
(ver imagen 2).
Resalta
su
elegante
fachada
principal
construida
en
ladrillo
y
granito,
de
estilo
neomudéjar-plateresco
con
elementos
arquitectónicos
característicos
de
la
arquitectura
festiva
española
de
finales
del
siglo
XIX
y
principios
del
XX,
el
ajimez
(6),
los
arcos
de
herradura
(7),
el
arco
túmido
(8)
o
los
medallones
con
caballos
en
relieve
(9).
La
cubierta
de
teja
y
hierro
cobija
la
pista
central
de
aproximadamente
14
metros
de
diámetro
y
las
localidades
distribuidas
alrededor
de
esta
en
dos
pisos.
El
edificio
conserva
el
nombre
de
su
fundador,
Price,
aunque
también
se
le
conocía
en
la
época
como
el
Circo
de
Parish.
En
múltiples
ocasiones
se
usará
también
como
cine
y
teatro
por
lo
que
también
se
le
conocerá
como
el
Teatro
Circo
Price.
Imagen 2. Segundo Circo Price (1880). Click para ampliar |
El
declive
de
la
actividad
de
este
edificio
se
producirá
con
el
comienzo
de
la
Guerra
Civil
que
provocará
importantes
daños
durante
los
bombardeos
en
el
asedio
a
Madrid.
A
pesar
de
ello,
se
reconstruye
y
reabre
sus
puertas
tras
la
guerra,
sin
embargo
breve
es
su
último
momento
de
esplendor
previo
a
su
clausura
definitiva
y
demolición
en
1969.
Han
de
pasar
entonces
más
de
30
años
para
que
el
Teatro
Circo
Price
se
reinvente
una
vez
más
y
abra
un
nuevo
capítulo
en
la
historia
de
las
artes
escénicas
en
Madrid.
Se
emprende
así
en
el
año
de
1999
el
proyecto
del
actual
Teatro
Circo
Price
diseñado
por
el
arquitecto
Mariano
Bayó,
en
esta
ocasión
situado
en
el
abandonado
edificio
de
la
Fábrica
de
Galletas
Pacisa,
en
la
Ronda
de
Atocha.
El
conjunto,
inaugurado
a
finales
del
2006,
está
formado
por
seis
edificios:
el
edificio
de
acceso
principal
que
acoge
las
taquillas,
tienda,
cafetería
y
salas
de
exposiciones;
el
edificio
circular
que
envuelve
la
pista,
el
edificio
de
trasescena,
el
edificio
administrativo
que
incluye
el
aparcamiento
y
el
área
de
carga
y
descarga
y
finalmente
el
edificio
de
oficios,
talleres
y
zona
preparatoria
del circo (ver imagen 3).
La
fachada que
observamos
desde Ronda
de Atocha
data
de
principios
del siglo
XIX
y
se
corresponde
con
la
fachada restaurada
de
la
antigua
fábrica
de
galletas,
una
construcción
influida
en
parte
por
la
arquitectura
ferroviaria
de
la
época,
levantada
en ladrillo
y
de
estilo
ecléctico
con
elementos
clásicos
y
neomudéjares.
El
principal
elemento
del
complejo
es
el
tambor
(10),
que
actúa
como
eje
regidor
de
los
diferentes
espacios
que
le
rodean.
El
muro
vítreo
que
cierra
el
cilindro
se
proyectó
como
elemento
sugerente
con
el
fin
de
que
su
presencia
suscitará
la
curiosidad
por
lo
que
bulle
en
el
interior.
Los
colores
iridiscentes
y metalizados
de
los
mosaicos
de
vidrio
de
murano
(11)
provocan
junto
con
el
juego
de
luz
natural
una
metáfora
estética,
creando
destellos,
reflejos
y
sorpresas
tan
llamativas
como
las
lentejuelas
mismas
de
las
distintas
vestimentas
de
los
actores.
Imagen 3. Tercer Circo Price (2006). Click para ampliar |
Hoy
el
Price
es
sin
duda
un
ejemplo
de
vitalidad
donde
se
conjugan
la
arquitectura
y
el
circo,
lo
fijo
y
lo
móvil,
lo
urbano
y
lo
extra
urbano.
Es
un
espacio
que
a
la
vez,
constituye
un
importante
emisor
de
datos
que
nos
muestran
significados
dispersos
y
complejos
sobre
nuestra
manera
de
habitar
el
mundo;
y
en
tiempos
de
veloz
evolución
donde
no
hay
cabida
para
la
sedimentación
de
ideas,
resulta
casi
inevitable
echar
a
volar
la
imaginación
y
cuestionarse…
¿cómo
será
dentro
de
300
ó
500
años,
el
artefacto,
la
mixtura
entre
tecnología
y
arquitectura
que
se
ponga
al
servicio
del
circo
y
dé
continuidad
a
la
fascinante
tradición
circense
que
encierra
Madrid?
Para saber más:
- Sección de Historia en la web del Price (con más imágenes)
- Artículo Wikipedia
- Web de Flor Arango
- Completísimo libro: "Historias del Circo Price y otros circos de Madrid", de Raúl Eguizábal
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