Durante
el IV Malabara’t en Villareal existen ratos de descanso donde los
participantes intentan huir del sofocante calor levantino. El pequeño
río que atraviesa la ciudad ofrece una tregua al bochorno. A su
orilla, en una mesa, alrededor de un mate que viene y va de boca en
boca, Guillem Fluixà, Lucas Escobedo y Federico Menini, responden a
las preguntas sobre su joven compañía. Se percibe la ilusión por
el proyecto en cada frase, en cada mirada, en cada sonrisa.
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Trócola: Polea.
1. f. Rueda acanalada en su circunferencia y móvil alrededor de un eje. Por la canal o garganta pasa una cuerda o cadena en cuyos dos extremos actúan, respectivamente, la potencia y la resistencia.
2. f. Más de 750 macetas en escena, 100 pelotas de malabares, tres acróbatas y un malabarista.
1. f. Rueda acanalada en su circunferencia y móvil alrededor de un eje. Por la canal o garganta pasa una cuerda o cadena en cuyos dos extremos actúan, respectivamente, la potencia y la resistencia.
2. f. Más de 750 macetas en escena, 100 pelotas de malabares, tres acróbatas y un malabarista.
La compañía de circo La Trócola nació en agosto 2012 en Alicante, fruto del deseo de realizar un proyecto ambicioso por parte de sus integrantes. Previamente, Guillem Fluixà, Andrea Pérez y Jon Sádaba habían compuesto inicialmente un trío de portés y acrobacia. Tras alguna actuación, llegaron a la conclusión de que querían un número más largo. Surgió la idea de que se uniera su amigo Federico Menini para aportar diversidad y enriquecer el número con sus malabares.
Todos
ellos eran amigos y aficionados al circo gracias a la Asociación Donyet Ardit, de Alicante. Al poco de reunirse le comentaron a Lucas Escobedo que les ayudase con la dirección del espectáculo. “Cuando
yo llegué ya se había decidido que la compañía quería ofrecer un
número basado en acrobacia, malabares e investigación con macetas”,
comenta el propio Lucas. Lo de usar macetas nació fruto de la
casualidad, como tantas cosas. “Sabíamos que queríamos usar un
objeto cotidiano, pero no sabíamos cual, hasta que un día vimos un
macetón inmenso y pensamos que dentro cabríamos los cuatro juntos”,
recuerda Guillem. A partir de ahí se dedicaron a recolectar macetas,
por su cuenta y a través de donaciones de amigos; a investigar con
ellas, a buscarles formas, juegos y usos diferentes. “Lucas nos
hacia plantearnos preguntas como ¿Por
qué macetas?, así definimos bien los
por qués y cómo desarrollarlos”, continua Guillem. Actualmente
utilizan más de 750 macetas, de las cuales 6 tienen capacidad para
500 litros, con más 20 kg de peso cada una. “Nos dimos cuenta que
había que reforzarlas con metal por dentro porque no soportaban bien
nuestro peso”, explica Fede.
Sobre
el peculiar nombre de la compañía, Guillem aclara el origen: “una
trócola son dos poleas en paralelo, y es una pieza de la loncha de
seguridad que utilizamos en nuestros entrenamientos, nos gustó la
sonoridad y que para nosotros tiene un gran significado”.
De
esos inicios sin referencias en Alicante también habla el carácter
emprendedor de esta compañía. Ninguno de sus integrantes procede de
escuelas de circo, aunque han recibido numerosos cursos de formación
y alguno ya sabía lo que significa vivir del circo. Guillem era
componente de Voilà, una compañía de teatro y danza aérea, Fede
había pasado por algunas compañías y por varios trabajos en
solitario, Lucas tiene su propia compañía. En cambio Jon era
educador social y Andrea se encontraba terminando un doctorado en
ciencias ambientales.
“Desde
el inicio queríamos una apuesta fuerte, ofrecer algo profesional”,
explica Fede. “Dejamos nuestros estudios y trabajos para dedicarnos
por completo a ello”. Desde el primer momento se mostraron
ambiciosos. “Conocíamos cómo estaba el panorama circense nacional
y sabíamos que si queríamos que funcionara teníamos que ofrecer
algo de un nivel similar. Esta premisa empujaba mucho a trabajar y
autoexigirnos”, aclara Lucas.
En
un momento dado del proceso creativo, su amigo Antonio Segura
(integrante de la compañía Akoreacro) les ayudó con los
entrenamientos y las acrobacias. “Después conocimos a Vitaly
Motouzka, un artista de circo ruso jubilado que vive en Murcia y con
el que trabajamos desde 2013”.
Con
ese objetivo se encierran durante un año en la nave El Disparate, de
Alicante, a entrenar, investigar, rechazar y pulir ideas.
Inicialmente planteado para ser únicamente un espectáculo de sala,
en agosto de 2013 les surge la oportunidad de presentar la versión
de calle de su espectáculo, “Potted”
(enmacetado, en inglés). Lo hacen en el festival Sagunt a Escèna,
con una gran acogida por parte de crítica y público. “Fue muy
esperanzador, nos confirmó que era el camino adecuado tras tanto
encierro y renuncia; había merecido la pena”, recuerda Lucas con
una sonrisa. “Para nosotros fue liberador. Lucas nos animaba
diciéndonos que el trabajo era bueno, pero el resto no lo
terminábamos de tener claro. Fue una satisfacción”, reconoce
Guillem.
2014
parece el año de su confirmación. Durante el año pasado
consiguieron algunos bolos sin apenas caché para poder rodar el
espectáculo (Tabacalera de Madrid, Encuentro de Malabaristas de
Herrera de Pisuerga, en La Chimenea Escénica de Murcia, etc). Este
año, gracias a la ayuda en la distribución de Nacho Vilar
Producciones han conseguido actuar en importantes festivales de todo
el país, como Trapezi, La Bisbal, Igualada, Circada, Tárrega e
incluso en el Aterteater de Italia; siempre con muy buen feedback.
“Por ahora hemos movido más la versión de calle, que es más
corta, pero pasado el otoño comenzará a rodarse el de sala, estamos
muy ilusionados”, concluye Guillem mientras los demás integrantes
asienten, confirmando que se encuentran en un momento dulce e
ilusionante de la compañía.
Versión extendida de
la entrevista aparecida en el número 42 de la revista Zirkólika.
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