Una casa de locos, la casa de Suso Silva

El nuevo proyecto de Suso Silva está de gira. Tras el éxito cosechado con El Circo de los Horrores, Silva y su productor Manuel González vuelven a explotar la fórmula, esta vez en forma de manicomio, El Manicomio de los Horrores. La línea del espectáculo es muy similar: ambiente terrorífico, maquillaje y escenografías cuidadadas, mucha interacción con el público y un enfoque dirigido a público adulto.

A Madrid llegaron este invierno con su propia carpa y su estilo de gran producción, con photocall, merchandising y un bar que forman una entrada que recuerda a mucho al de ciertas multinacionales canadienses. Desde ahí se nos hace pasar hacia nuestro asiento entre actores perfectamente maquillados y metidos en su papel, ya sea el de inquitantes guardas, como el de locos que parecen deambular a sus anchas.

"Aquí no están todos los que son, ni son todos los que están", bajo este epígrafe se nos invita a visitar un manicomio lleno de personajes extremos, dirigidos por el loco más peligroso, cómo no, el Nosferatu de Suso Silva, que sigue creyendo en su mundo de monstruos y terror. En su mente sigue viviendo en ese circo de los horrores donde era el amo y señor, y desde megafonía se nos aconseja, como visitantes, a seguirle la corriente. Todo es demencial aquí, esquizofrénicos, maníacos, bipolares, etc. Hasta las enfermeras y celadores parecen igual de perturbados que los internos, y tú, como público, atrapado en esta visita.

Siguiendo un programa que recuerda a los circos más tradicionales, hay números de gran nivel como el de Andrey Averyuskyn (Rusia) con su rutina de percusión con bolas de rebote en el que cuesta creer que el sonido lo produzca él y acaba con 9 pelotas. También impresiona el número de diábolo de Pranay Werner (Alemania), limpísimo y combinando técnica y vistosidad. Otro que causó gran revuelo y no sólo por el nivel demostrado fue el del trío de contorsión Essence (Ucrania), que añadía un componente muy subido de tono a su número, lleno de espectaculares figuras. 

Otros números me parecieron más vistosos que técnicos, pero hay que reconocer que sí son eficaces para el público en general, como el de la Troupe Ceban (Moldavia) con sus acrobacias sobre neumáticos de camión y en la báscula rusa. Resulta curioso ver a Moriah Hambright (EEUU) retomando el clásico de colgarse del pelo, aunque estos números suelen resultar algo sosos por no ir más allá del mero hecho de colgarse y girar. Y bueno fue también el de barras paralelas de The Crows (Bielorrusia). Más flojo me resultó el mundo al revés de la noctámbula Graziella Galán, que creo que puede explotar más su original número, o la aparición de Sara Silva, la hija de Suso, que aparece como Alicia en el país de las pesadillas; cumple con el papel pero el truco de desaparición no termina de cuajar.

Pero sobre todo destaca el humor, negro y provocador, por supuesto, por parte del propio Nosferatu, de Bitelchús (también Suso Silva) retomando rutinas de clown clásicas y con cierto exceso de protagonismo, aunque eficaz, sin duda. Llama la atención el hecho de que haya dos monologuistas (Raúl el Massana y Coria Castillo), cosa poco habitual en las carpas de circo, pero que no parecían desentonar con el conjunto del espectáculo. Raúl es un ser de lo más histriónico y Coria juega a hacer reír de su imagen a base de tópicos sobre la gordura.

Es por tanto, un espectáculo sólido y cuidado, divertido y gamberro, que quizá adolece de un gran número que marque la diferencia, pero que seguro volverá a cosechar un éxito de público allá donde pare, gracias en parte a su poder de mercadotecnia y a que no va a defraudar a aquél que lo vea. Se agradece que también haya circos así en nuestro país.

Para seguir leyendo:

•  Crítica del espectáculo cuando pasó por Santander, Xombit.com
• Crítica en Nosolofreak.
• Reportaje del backstage en 20minutos.
• Crítica y entrevista a Suso Silva en Fusion Freak.
• Adelanto en el Diario Montañés, con declaraciones de Manuel González.
• Reportaje en RTVE.