El jueves era el día esperado por muchos: el de la Gran Gala, al menos el primero de los tres pases. Se organizaron actividades por la ciudad, fuera del OlympiaPark, como un flashmob en la plaza de los ayuntamientos y habilitaron espacios para actuaciones callejeras, pero todo el mundo estaba expectante y el día giraba en torno a la Gala. A las 19h estábamos convocados en la entrada del maravilloso e ilustre Circus Krone (¡qué mejor sitio!), bajo la estatua de Charlie Rivel, y la Gala no defraudó, un "galón" en toda regla.
Conducida por el soso Gregor Kiock, los encargados de abrir el pastel fueron los jovencísimos Etienne y Guillaume al diábolo, demostrando el brutal despegue del diábolo en los últimos años. Combos de tres diábolos con facilidad algo ensuciados por la falta de trabajo a la hora de presentar el número y los numerosos fallos (comprensibles por lo mucho que arriesgan). La siguiente fue la joven Svetlana Zueva, con una rutina que denota suavidad, elegancia y técnica rusa. Magnífica su rutina de pies. Tras ella vino la accidentada actuación de David Weichenberger, un austriaco kamikaze del monociclo que a punto está de partirse la crisma con tal de arrancar unos aplausos. Del país alpino vino el Duo Jonglissimo, una de las grandes actuaciones de la noche. Estos dos hermanos nos muestran su perfección técnica mediante una divertida y asombrosa rutina donde uno de ellos es un robot malabarista y el otro su inventor. Magnífica coordinación de sus mazas de luz y finalazo con su passing de 12 mazas en escena.
La representación alemana no podía faltar en esta gala, para ello trajeron el bizarro número de Jan Trukenmüller aprovechando su imposible anatomía; Marcos Furtnero, que no era otro que el alter-ego latino del omnipresente Markus Furtner, repitiendo, una vez más, su número de devil stick; y los magníficos Get the Shoe (Florian y Jochen), presentando su nuevo y enérgico número, esta vez con bolas y alguna que otra sorpresa. También con una mitad germana, el dúo Solstix (Valerie y Steve) nos demuestra que el bastón -o staff- también puede llevarse a grandísimos niveles, con una coreografía plagada de belleza y técnica. Una de las notas curiosas de la noche fue la presencia, por primera vez, de un número de poi en la Gran Gala; y fue la compañía germana Loooop la encargada de este honor al presentar su vistoso y original Tango a trois.
Desde tierras lejanas venía, con la etiqueta de innovador puesta, Komei Aoki. Este nipón se ha hecho muy popular gracias a su combinación de popping y el estilo japonés de malabares con tres pelotas (mezcla a la que él denomina Daggle). Increíble como consigue que hasta sus fallos se conviertan en aplausos. También del este, aunque algo más cerca, Ucrania, vino Koblikov con su conocida rutina del marinero. Corta, peculiar, sin fallos y con un final de una cascada de diez bolas en múltiplex, casi nada. El cierre de la gala quedó a cargo de los belgas Cirq'ulation Locale, con su número Gravity Rules, que integra una cama elástica, dos andamios móviles, muchas mazas y aún más dinamismo; buen broche, sin duda.
Me falta un número de la Gala por nombrar, y es que quería hacer mención a parte por ser, quizá, el que más me gustó de toda la EJC (y eso es mucho decir). El joven David Severins nos trae desde Holanda un bellísimo número de aros donde la conjunción de técnica, elegancia, armonía, sentido, buen gusto y poesía logran un todo que representa lo que un acto de malabarismo puede llegar a ser. Os dejo con un enlace a otra actuación de esta rutina, os puedo asegurar que en directo emociona:
Alucinados por lo que acabábamos de presenciar, volvimos al Olympiahalle para ver otro evento imprescindible: el Allstar Show, un conglomerado de los triunfadores de otras EJC. El show, que comenzó a las 12 de la noche y sirvió para confirmar que todo lo que presenten Wes Peden, Patrik Elmnert y/o Jay Gilligan sigue siendo recibido con un fervor casi religioso. La verdad es que siempre presentan algo diferente, con complicadas coreografías y secuencias, implicando mucho el cuerpo y la interacción entre malabaristas, combinado con una prodigiosa técnica. También sirvió para hacer ver que Lauge Benjaminsen sin su aspecto aniñado y su pose chulesca le hace falta trabajarse más los números (llenos de piruetas) para triunfar de verdad con el público; que a Luke Burrage su amor por sí mismo le supera y nos presentó un vídeo cantado de sus múltiples viajes; que Thomas Dietz se enfadó demasiado por no poder presentar su (poco elaborado) número de luz con oscuridad completa; que Marco Paoletti se piensa mucho los números, aportándoles con éxito expresividad y rueda cyr; y que el estilo de William Lin al diábolo, lejos de la experimentación francesa, sigue siendo potente y espectacular.
Ya sólo quedaba el último día, el sábado de olimpiadas, este año curiosamente algo desangeladas (sólo unas mil personas entre participantes y público), que terminaron con una lanzada que no cerraba el encuentro. Luego estaban las competiciones de monociclo con los hermanos Pöham copando los primeros puestos de todas las disciplinas; y para rematar la última noche de fuego, con un grandísimo espectáculo abierto a cualquier ciudadano que quisiera pasar por allí e hipnotizarse con las actuaciones.
Domingo de recogida, despedidas, de echar cuentas sobre todo lo que hemos visto y aprendido y con algo de tiempo para, al fin, ver algo de la bella -y lluviosa- ciudad que acogía esta gran EJC. Enhorabuena a los organizadores y a vosotros, lectores, por haber llegado hasta aquí. El próximo año es en Lublin, Polonia, espero que nadie de vosotros se lo pierda.
¡Salud y mucho circo!
gracias rafa por este magnifico resumen de la ejc,un saludo grande y espero vernos pronto,Pablo(koala)
ResponderEliminar¡Fantástico! Con lujo de detalles. Muchas gracias.
ResponderEliminarA vosotros, se agradece el feedback.
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